¿Recaudación o salud?
¿Recaudación o salud?
El pasado lunes 1 de mayo entró en vigor el impuesto a las bebidas azucaradas en Cataluña. La medida busca desincentivar el consumo, siguiendo recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de bebidas azucaradas.
La polémica está servida: ¿afán recaudatorio o preocupación por la salud? Hay opiniones en ambos sentidos. Desde ORIENS queremos participar en el debate aportando nuestra visión.
En primer lugar, partimos de un dato: “Uno de cada tres niños españoles tiene exceso de peso”. Creemos que esta realidad es lo suficientemente importante como para detenernos a pensar que hay algo que estamos haciendo mal y que hay que tomar medidas. En segundo lugar, hay que elaborar un plan de actuación que se materialice con medidas concretas. Y, finalmente, una evaluación de ese plan.
Desconocemos si la medida tomada en Cataluña responde a este planteamiento o es una acción aislada, en cuyo caso dudamos sobre su efectividad para cumplir el objetivo general, que es desincentivar el consumo.
En cualquier caso, se nos ocurren muchas otras medidas que pueden resultar efectivas: fomento efectivo del deporte, información más clara sobre los efectos del exceso de consumo de azúcar y otros aditivos en bebidas y alimentos (como ya se hace con el tabaco), horarios que compatibilicen la vida familiar y laboral (lo que permitiría que los hijos puedan pasar más tiempo con los padres y realizar actividades conjuntas y menos sedentarias), más control de alimentos en comedores escolares, y un largo etc. Sin embargo, no creemos que toda la responsabilidad sea del Estado, no somos niños pequeños a los que nos dicen lo que tenemos que hacer. Cuando personas adultas deciden tener hijos asumen una enorme responsabilidad y un gran reto. Alimentar a sus hijos de manera sana es una de estas responsabilidades. Entendemos que es más cómodo un zumo de un paquete o unas galletas o dulces envasados que pararnos a preparar un jugo natural o una merienda casera. Seguramente la falta de tiempo y la economía es la respuesta más fácil ante esta postura, pero tenemos serias dudas, creemos que es más cómodo, pero no más barato y mucho menos es sano.
Se trata entonces de un problema colectivo en el que la responsabilidad está compartida y cada parte debe afrontar su compromiso y sus obligaciones, ¿es necesario prohibir completamente estos productos? ¿Tiene el Estado que educarnos para que hagamos un consumo responsable? ¿Cuál es nuestro papel como ciudadanos y consumidores?
Hola ORIENS,
Interesante post, sobre todo, en los tiempos que corren… Por la parte que me toca, entiendo, o mejor dicho, quiero entender que son las dos caras de la misma moneda.
Lo que si es cierto es que el porcentaje de la población infantil que tiene sobrepeso es abrumador. La falta de tiempo por los intempestivos horarios laborales, el exceso y sobrecarga de actividades escolares, el cansancio y agotamiento de un largo día que, para algunos niños y niñas, son jornadas de más de 8h diarias, etc… son algunas de las causas por las que vivimos acelerados llevando un estilo de vida sedentario y una mala alimentación.
Debemos aportar cada uno de nosotros nuestro granito de arena para frenar esta realidad. Quizás, el gobierno, podría empezar imponiendo una hora diaria de educación física en los centros educativos tal y como propone el COLEF. Por otro lado, también podría fomentar programas educativos trasversales en materia de alimentación y estilos de vida saludables (vida activa, deporte, etc…) involucrando así a todo el colectivo educativo; centros educativos, consejos escolares, AMPAS, madres, padres, tutores legales, etc… para que no sean acciones aisladas y sean efectivas en la consecución de los objetivos de los mismos.
No olvidemos que, los ciudadanos, jugamos un papel muy importante bajo nuestros rol de padres, tíos, abuelos, educadores, etc.. y debemos afrontar nuestra responsabilidad mediante un consumo alimenticio responsable y un estilo de vida activo.
La educación es cosa de todos!
Saludos!