La adolescencia constituye una etapa de nuestro ciclo vital donde el cambio, la crisis y el desafío están presentes. Es por ello fundamental poder discriminar todas aquellas características de la adolescencia normal, de aquellas que son clínicamente significativas, desajustadas y problemáticas para el adolescente en todos sus contextos. 

Se observa necesario construir espacios donde se puedan ofrecer herramientas de resolución de conflictos y modelos alternativos a los chicos y chicas con la finalidad de prevenir y mitigar conductas desadaptadas, a la vez que se favorece y desarrolla una adolescencia sana. 

Desde hace unos años, los centros educativos, las AMPAS y técnicos de juventud nos demandan propuestas para prevenir las adicciones y prevenir sobre el mal uso de las tecnologías y adicción a los juegos.  

El impacto del uso o el mal uso o, incluso, la adicción, a las nuevas tecnologías que tiene en la convivencia familiar puede ser muy alto. Los padres, a menudo, consideran que sus hijos hacen un uso excesivo y que ello conlleva consecuencias negativas. Por otro lado, los hijos normalizan el uso y minimizan o no aceptan las consecuencias. Esto está relacionado también con la falta de control y de límites que los padres han ido estableciendo desde la infancia.  La preocupación de los padres es creciente en relación con este temaespecialmente por el desconocimiento y el descontrol de lo que sus hijos hacen en la red, que provoca inseguridad a las familias. 

Por este motivo, hemos diseñado un taller que denominamos “Sin adicciones… un buen plan”. Los objetivos que nos planteamos son los siguientes: 

  • Concienciar a los usuarios del peligro que entraña el mal uso de las nuevas tecnologías 
  • Disminuir la vulnerabilidad de los adolescentes ante las nuevas tecnologías 
  • Utilizar el tiempo de juego de una manera responsable 
  • Estimular la búsqueda de ayuda cunado los usuarios se encuentren en una situación digital comprometida 
  • Proporcionar al alumnado las técnicas necesarias para prevenir adicciones, así como aportar estrategias que faciliten su proceso de mejora en su autoestima, autoconcepto y nivel de autoregulación. 

Por otro lado, consideramos que el trabajo se queda “cojo” si solo nos enfocamos con los jóvenes. Es necesario trabajar con las familias, pero no cuando sus hijos son ya adolescentes, sino en las primeras etapas de vida, para poder establecer espacios de confianza, delimitar límites y educar en la responsabilidad y en la confianza.