Desde hace unas semanas todos los medios de comunicación hablan del “pin parental”, algo que a priori, solo por el nombre, nos suena a algo cool y moderno. ¿Pero de qué se trata realmente? Sin entrar en cuestiones políticas, queremos aprovechar para reflexionar sobre el papel de las familias en el sistema educativa y en la práctica diaria de los centros educativos.

En primer lugar, aclaremos los instrumentos o herramientas que la legislación vigente (y también la mayoría de los reglamentos anteriores) ofrecen a las familias para participar de la vida y decisiones de los centros:

  1. Todas las actividades extraescolares deben ser aprobadas en el claustro y en el consejo escolar, donde hay representación de las familias y del alumnado. Pero claro, ¿cuántas familias se molestan en saber qué se aprueba en el consejo escolar? ¿Cuántas familias se preocupan por saber quiénes son sus representantes? Estos representantes no son elegidos a dedo, sino que se utilizan sistemas democráticos como son unas elecciones, ¿tienen conocimiento la gran mayoría de familias de estos procesos y se informan de los acuerdos que se toman? No queremos entrar en cuestiones demasiado técnicas, pero en la última ley de educación se limitó el poder de decisión de este órgano, restándole poder a la participación de las familias. Conviene recordar este dato a muchos de los que estuvieron de acuerdo con esta reforma y ahora se quejan de la falta de participación de las familias y defienden este pin parental
  2. Los centros tienen la obligación de elaborar una programación anual que queda recogida en un documento que se llama PGA (Programa General Anual) y que es público y todas las familias tienen acceso a él. Nos preguntamos cuántos padres consultan esta programación al inicio de curso para conocer qué van a hacer sus hijos. Este programa se aprueba en consejo escolar, ese sería el momento para que las familias expresaran su opinión. Se trata de utilizar los cauces establecidos, ya que existen, en lugar de crear confusión y entorpecer el desarrollo de la vida académica.
  3. Todos los centros tienen una asociación de padres y madres (AMPA), que es abierta y está gestionada por las familias y puede llegar a tener un papel muy importante en la vida del centro. Todas las familias que quieran pueden unirse.

Nos parece curiosa esta polémica, ya que en la mayoría de nuestros programas y talleres se incluyen sesiones para las familias, que suelen resultar un fracaso, porque es muy difícil que se interesen en asistir o participar en talleres. Es una oportunidad para complementar el trabajo que hacemos con el alumnado y que también puedan exponer su opinión, comprender mejor qué hacemos con sus hijos… pero el resultado es muy desolador, apenas un 2% de familias responde de manera positiva a estas invitaciones.

Por otro lado, nos gustaría aclarar a qué actividades hace referencia este pin parental. Se trata de actividades complementarias. ¿Qué son las actividades complementarias? Son actividades obligatorias y curriculares para alumnos y profesores. ¿Sobre qué temas? Las distintas normativas autonómicas incluyen contenidos como: educación vial, educación medioambiental, igualdad, alimentación, salud, sexualidad, prevención de adicciones, acoso escolar, etc. Temas básicos para una convivencia democrática y siempre bajo el mínimo claro que recogen los Derechos Humanos y que debe ser el marco general que usemos para el respeto entre ciudadanos. Aquellos que no estén de acuerdo con estas temáticas y no acepten los Derechos Humanos probablemente estén cercanos a posturas antidemocráticas y totalitarias, pero ello no exime de que sus hijos se eduquen dentro de estos valores generales y universales que nos hemos dado como sociedad. Suele ser habitual que para este tipo de actividades participen entidades externas a los centros (ayuntamientos, asociaciones ONG, centros sanitarios, empresas sociales como la nuestra…) ya que son especialistas y profesionales en estos temas y complementan el trabajo de los docentes. Recordemos que las aulas no son espacios cerrados, sino abiertos a la sociedad, ya que la labor de educar es de todos.

Sería mucho más interesante que aquellos que tienen representación pública y política se dedicaran a explicar a las familias la importancia de colaborar con los centros en la educación de sus hijos, que se animara a que tuvieran una participación activa y se implicaran en la vida y desarrollo de los centros, esos lugares en los que sus hijos pasan más de 25 horas a la semana, en lugar de poner el foco en la crítica y el enfado desde el desconocimiento, críticas que para nada son constructivas. Las familias son más que bienvenidas a esas charlas y talleres que a algunos tanto asustan, no es que sean bienvenidas, las familias son necesarias.