Ni héroes, ni princesas
El día 20 del pasado mes de julio, los grupos parlamentarios llegaron a un acuerdo sobre un pacto de Estado contra la violencia de género. Un acuerdo que incluye 200 medidas con una dotación presupuestaria de 1.000 millones de euros en cinco años para luchar contra este problema social.
Leído así, parece loable y ambicioso, nadie puede criticar estas medidas y las buenas intenciones para luchar contra lo que a todas luces es una lacra. Sin embargo, un análisis más profundo hace que nos despierten dudas. ¿Aportar medidas concretas y presupuestos para atender a las víctimas es luchar contra una sociedad machista? Creemos que no, que esas medidas sirven para paliar las consecuencias, pero no son medidas preventivas, sirven para decir sabemos que hay algo que no funciona y vamos a aportar medidas para arreglar los platos rotos. Es cierto que también se contemplan programas educativos, pero de manera muy genérica, quedando a merced de las distintas administraciones la organización y ejecución de estos programas.
Estamos convencidos de que es necesario un cambio de paradigma, un cambio mucho más radical de roles y patrones, otros modelos y otra sociedad alejada de nuestra tradición patriarcal y judeocristiana, que defienden a una mujer débil y ciudadana de segunda categoría.
Tampoco creemos que este cambio pueda surgir única y exclusivamente por medidas tomadas en el Congreso, desde la sociedad tenemos mucho que decir y mucho sobre lo que reflexionar.
Hoy queremos hablar sobre Princelandia, “Un mundo mágico a la medida de todas las princesas”. Se trata de centros de belleza y spa para niñas de 4 a 12 años. No prohíben la entrada a niños de manera explícita pero sí de manera implícita. Son centros de ocio para menores en los que maquillan a las niñas, las visten “de princesas”, les enseñan técnicas para estar bellas “por dentro y por fuera”. Para quien no conozca estos centros, les invitamos a visitar su página web http://www.princelandia.com/home.html . En ella se pueden comprobar los servicios, ver fotos y videos y consultar horarios, direcciones, etc. Este modelo de negocio surge en un municipio sevillano y pronto se expanden creando franquicias por todo el territorio nacional, para posteriormente dar el salto internacional, en la actualidad tienen centros en tres países.
Este tipo de lugares, a los que los padres y madres llevan a sus hijas cualquier sábado por la tarde, tiran por los aires cualquier programa educativo, jornada o intervención que se haga desde la escuela u otro ámbito educativo en pro de la coeducación y la igualdad de género. Todo el esfuerzo realizado y todo el presupuesto invertido no han servido para nada. ¿Qué importa lo que me hayan contado en una charla o en una actividad sobre roles de género si el sábado mi madre me lleva a un lugar en el que puedo ser princesa y mi padre va con mi hermano al fútbol?
Princelandia defiende un modelo de género en el que se promueve la cosificación de la mujer, se responsabiliza a las madres del cuidado de las hijas, generan estereotipos de género (color rosa de niñas, profesiones femeninas como modelos…)
El imparable ascenso de estos locales se debe sin duda a que hay una demanda del público, de tantas familias que pagan 20 euros por una sesión de 2.5 horas. Evidentemente es lícito y legal, no estamos diciendo que haya nada irregular, pero nos plantea dudas sobre que estemos cerca de un cambio de paradigma, de que estemos cerca de una igualdad real, de que estemos cerca de que los niños y niñas se educen en igualdad y con las mismas oportunidades, nos plantea dudas sobre que estemos trasmitiendo el mensaje correcto a las nuevas generaciones. Sin duda, seguimos repitiendo modelos en los que no creemos y con los que no estamos de acuerdo.
En ORIENS nos negamos a creer en este mundo de princesas, las niñas pueden ser otra cosa, pueden ser todo lo que quieran soñar, pero dejémoslas soñar, no les establezcamos patrones. Y si los niños quieren ser príncipes démosles la oportunidad. Queremos niños y niñas luchadores, libres, que no quieran “colores de niñas o de niños”, “juegos de niñas o de niños”, que puedan llorar, que puedan expresarse, que puedan ser sensibles o duros, que puedan ser, al fin y al cabo, lo que quieran en cada momento. Pero tenemos que darles las herramientas para ello y la mejor manera que se nos ocurre es dando ejemplo, ofreciendo modelos sanos y no estereotipados. Como siempre decimos no queremos Ni Héroes, Ni Princesas.