Esta semana queremos compartir con vosotros algunas reflexiones en torno al fenómeno que conocemos como “bullying” y “ciberbullying”.  

En primer lugar, definamos los términos: 

Bullying: “El bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y continuado que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objetivo de someterlo y asustarlo, con vistas a obtener algún resultado favorable para los acosadores o simplemente a satisfacer la necesidad de agredir y destruir que éstos suelen presentar.”
(http://www.universia.es/bullying-acoso-escolar/bullying/at/1121975). Dicho con otras palabras, se trata de la violencia que se ejerce, sea física o psicológica, a un igual.  

Hay miles de post, artículos, crónicas sobre el tema, algunos de carácter más científico, otros más superficiales…, tan solo hay que poner en cualquier buscador los términos “acoso escolar o bullying” y lo comprobaremos.

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Sin embargo, hoy queremos hablaros de nuestra experiencia profesional. Desde el pasado mes de noviembre desarrollamos un programa del Ayuntamiento de Sevilla, llamado “Prevención de Conductas Intolerantes” (https://www.sevilla.org/servicios/sevilla-joven/prevencion-de-conductas-intolerantes) , que está dirigido a los centros de educación secundaria y tiene como objetivo fomentar entre el alumnado adolescente y joven los valores positivos para la convivencia tales como el dialogo, la comprensión y aceptación de la diversidad, la integración, el respeto, la empatía y la tolerancia. 

Nuestra impresión, generalizada por todos los compañeros que realizamos el programa, es que la percepción que tienen los jóvenes sobre la violencia es un reflejo de la percepción que tienen en su entorno familiar, vecinal… En barrios en los que los problemas sociales son más latentes, los alumnos naturalizan la violencia en mayor medida, mientras que en barrios menos conflictivos, tienen una percepción diferente de la violencia. ¿Esto significa que solo se da el acoso escolar en zonas de riesgo de exclusión social? En absoluto. Esto significa que la percepción que tienen de la violencia varía, al menos así lo percibimos nosotros.  

Por otro lado, nos sorprende la convicción con la que defienden las siguientes ideas: 

  • Si me pegan o insultan, hago los mismo, porque no me voy a quedar callado. 
  • A los profesores no les decimos nada porque no nos echan cuenta. 
  • Si yo veo algo, no digo nada porque no tengo que meterme en lo que no es asunto mí y además puedo salir perjudicado. 

No queremos decir que el 100 % de los jóvenes piensen así, pero es una creencia generalizada que nos preocupa y que nos debería hacer reflexionar a todos. Por un lado, a las familias, por otro lado, a la comunidad educativa. Todos deberíamos replantearnos qué visión tenemos sobre qué es violencia y que no, cómo nos relacionamos y entender que lo que pasa en las aulas no es algo ajeno a nosotros, es un reflejo de cómo nos relacionamos fuera de ellas y lo que proyectamos a nuestros jóvenes. 

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