Hasta hace unos años, estaba muy generalizada la idea de que los videojuegos y las apps diseñadas para niños ayudaban a su desarrollo cerebral e intelectual. Sin embargo, la publicación de un estudio en la revista científica The Lancet Child & Adolescent Health puso en tela de juicio el efecto de las pantallas sobre niños a medio y largo plazo. Afectando en el número de horas que duermen, la cantidad de ejercicio físico que realizan y la cantidad de tiempo de uso recreativo de las pantallas.

Muchos padres encuentran en los dispositivos móviles y en las pantallas una recurso fácil para entretener a los niños o distraerlos, sin pararse a pensar en las consecuencias a largo plazo. En primer lugar, interfiere en el desarrollo natural de la atención.

¿Significa esto qué tienen que crecer ajenos a los dispositivos? No tendría sentido. Se trata de educar en la responsabilidad y el buen uso. Como punto de partida, podemos establecer dos pautas: ni para esperar ni para distraer. Todos hemos visto alguna vez como algunos niños, o incluso bebés, utilizan el móvil mientras están en la sala de espera del médico o en la cola del supermercado.

Además, tenemos que tener en cuenta otro factor, que tiene que ver con nuestros propios hábitos de consumo de las tecnologías y de las “pantallas”. Muchas veces nos quejamos de que los niños están “enganchados” pero somos nosotros mismos los que provocamos estas situaciones, dejándoles el móvil o la Tablet porque nosotros estamos ocupados en otros temas. El Dr. Jenny S. Radesky, pediatra del Centro Médico de Boston, observó con dos colegas a 55 grupos de padres e hijos en un restaurante de comida rápida. Encontraron que 40 de los adultos enseguida sacaron los móviles y los utilizaron durante la mayor parte de la comida.

Veamos algunas ideas para educar en uso responsable y evitar futuros problemas con el uso y abuso de las nuevas tecnologías:

  1. Dar ejemplo. En realidad, esta idea nos vale para cualquier aspecto de la educación. Los niños y niñas repiten lo que ven. Así de simple. No tiene mucho sentido que nos quejemos de que pasan determinado número de horas “enganchados” a los videojuegos o al móvil cuando nosotros somos los primeros que pasamos más tiempo con el móvil que atendiéndolos.
  2. Pactar o negociar momento y tiempos para su uso. Ya hemos hablado en más ocasiones, que una herramienta muy útil para una crianza respetuosa son las reuniones familiares y este puede ser un tema para tratar en ellas. Según la edad, se pueden adaptar los tiempos y los acuerdos. Si se incumplen, tenemos que verlo como una oportunidad para aprender nuevas habilidades y no para castigar. ¿Qué significa esto? Que si hemos acordado un determinado horario y no lo cumplen, podemos aprovechar esta circunstancia para aprender a buscar soluciones a un problema, involucrándoles y haciéndoles partícipes de la solución.
  3. Desconectar todo en los tiempos de descanso. Los aparatos electrónicos afectan a la calidad del sueño. Los aparatos electrónicos estimulan áreas del cerebro que no permiten descansar bien, lo que se traduce en nerviosismo, irritabilidad y cansancio. Una buena alternativa es un cuento. La hora de dormir es una oportunidad para crear hábitos lectores y para compartir un tiempo de ocio con ellos.
  4. Control respetuoso. Debes observar el uso que tus hijos hacen del móvil y aprender a utilizar los programas, juegos o aplicaciones que ellos usan. El móvil no debe separarnos por ser un instrumento con una tecnología o lenguaje por nosotros desconocidos, podemos usarlo como aliado para buscar espacios comunes.

Resumiendo, como en casi todos los temas, no podemos afirmar que los dispositivos sean buenos o malos, sino que depende del uso que se haga y que la mejor prevención para evitar adicciones futuras, especialmente en la preadolescencia y adolescencia, es la educación en la responsabilidad y sentando las bases desde la primera infancia.