En los últimos años se ha hecho muy popular entre educadores (profesionales) y familias la famosa “silla de pensar”, especialmente en primera infancia. ¿Qué es la silla de pensar? Es una herramienta conductista que se utiliza para modificar una conducta no deseada. En su momento apareció como una herramienta de autoregulación infantil, que ofrecía a los niños un espacio físico y temporal para “reflexionar” sobre lo que habían hecho, se sobreentendía que habían hecho algo “mal”. Tuvo muy buena aceptación entre los profesionales porque parecía que aportaba una solución amable y respetuosa, más positiva que los castigos tradicionales.  La silla de pensar se utiliza cuando se considera que el niño ha tenido una conducta que no es adecuada y ha reaccionado ante una determinada situación, invitándolo a “reflexionar”, sentado en esa silla, que se encuentra normalmente en una esquina del aula o de la casa, apartada de los demás. El niño debe permanecer ahí hasta que se haya calmado. Esta técnica, además incluye otra regla, que le otorga un aspecto más científico, que consiste en permanecer allí al menos un minuto por año del niño, de esta forma si tiene 5 año estará al menos 5 minutos.

Realmente se trata de un castigo encubierto, como hemos dicho, una práctica conductista (que condiciona a un comportamiento esperado) que se enfoca hacia la obediencia. No deja de ser otra herramienta más de un modelo de crianza punitivo y basado en el poder y la verticalidad. Mientras el niño está en esa silla, se siente aislado, frustrado y enfadado.

¿Por qué no es una herramienta útil? En primer lugar, porque no es respetuosa y tiene un carácter punitivo. Por otro lado, transmitimos el mensaje de que solo se piensa cuando hemos hecho algo mal y que solo debemos pensar sobre lo que hacemos cuando estamos enfadados. De esta manera, no acompañamos a los niños, no los contenemos, no validamos sus emociones ni les enseñamos a gestionarlas. Por otro lado, se vulnera el sentido de pertenencia al grupo, no somos amables ni respetuosos (bases de la disciplina positiva). A largo plazo, este tipo de técnicas también tiene consecuencias negativas, ya que corremos el riesgo de aparezcan las 4 R del castigo: resentimiento, revancha, rebeldía y retraimiento (reducción de autoestima).

¿Qué opciones tenemos entonces? La disciplina positiva nos propone otras herramientas como el tiempo fuera positivo, el rincón de la calma, la mesa de la paz… Estas herramientas que veremos con más detalle en próximas entradas de nuestro blog son respetuosas, dan seguridad, enseñan a desarrollar fortalezas y no debilidades, ven los errores como oportunidades de aprendizaje y tienen efectividad a largo plazo.