La mayoría de los adultos apenas podemos modular nuestras emociones y pretendemos que los pequeños las gestionen sin enseñarles cómo hacerlo. Nos preocupa que sepan operaciones algebraicas, dinastías de reyes, fechas de batallas, nombres y apellidos de autores… pero ¿saben ponerle nombre a lo que les pasa? Y no nos referimos solo al ámbito escolar, sino también al familiar. 

Cuando un niño grita y llora… nos molesta, queremos que se calle y mucho más si estamos en un espacio público (un restaurante, el supermercado…). No nos paramos a pensar que estamos perdiendo una gran oportunidad para que aprendan. Sin embargo, lo que enseñamos es a reprimir las emociones, a no mostrar los sentimientos… porque queremos niños calladitos. Esto tiene sus consecuencias, porque después serán adultos que tendrán dificultades en sus relaciones de pareja, personales, de trabajo… porque lo que les hemos enseñado es a tapar las emociones y no a identificarlas y gestionarlas.  

Es importante entender que sentir rabia, enfado, ira etc. es normal y saludable, en ningún caso debemos culpabilizar al niño (ni a nosotros mismos) por sentir determinadas emociones, las emociones no son ni buenas ni malas. Hablamos de emociones “negativas” o emociones fuertes, tales como, miedo, rabia, ira, enfado, ansiedad etc. Cuando sentimos estas emociones quien toma el control de nuestro cerebro es el tronco cerebral o cerebro reptiliano. Es la parte instintiva de nuestro cerebro aquella que nos empuja a la acción, es la parte, que tiene por objetivo, mantenernos a salvo, es nuestro cerebro animal quien nos gobierna.  Cuando esto sucede las imágenes de neuroscann nos muestran muy poca actividad en el neo-córtex o cerebro racional. Es importante que entendamos cómo funciona nuestro cerebro para no crear falsas expectativas, es decir, que comprendamos qué sucede para que no esperemos de nuestros hijos una reflexión ni un pensamiento lógico cuando se encuentran en estos estados (a muchos adultos también les ocurre porque no han aprendido a gestionar sus emociones). En este punto, si nosotros también estamos enfadados, es mejor esperar para afrontar el conflicto, ya que estaríamos ante dos cerebros primitivos frente a frente y de ahí no vamos a sacar nada positivo. 

Estar enfadados es normal. No pasa nada. Tenemos que respetar que nuestros hijos se enfaden, nosotros también nos enfadamos. En sus primeros enfados tenemos la oportunidad de acompañarlos. En primer lugar, empatizando con ellos y conectando, explicándoles que nosotros entendemos cómo se sienten, porque nosotros a veces también nos sentimos así. A continuación, ponemos nombre, es decir, identificamos la emoción. Se llama enfado. Después, acompañamos y contenemos. Finalmente, gestionamos. Es importante que hayamos validado la emoción pero que dejemos claro que hay unos límites, nuestro enfado no justifica que nos pongamos en peligro ni a nosotros ni a los demás. ¿Qué hacemos entonces? Ofrecer opciones. Existen distintas herramientas y recursos propios de la disciplina positiva: espacios de calma (dedicaremos otro post para tratar este tema), relajación, tiempo fuera positivo o rueda de las emociones. 

¿En qué consiste la rueda de las emociones? Tiene un procedimiento muy sencillo: 

  1. Nos ponemos en situación. Es decir pensaremos (importante en una situación de calma) en cuando nos sentimos enfadados, estresados etc.  
  1. Pensamos opciones para salir de esta emoción. Pensamos opciones conjuntamente las anotamos todas, sin descartar ninguna (brainstorm) aunque digan cosas que penséis no son adecuadas todas las ideas tienen que tener su espacio. 
  1. Evaluamos opciones. Pensamos de todas las que hemos escrito cuáles son las más efectivas, las que nos ayudarán a salir de la situación de manera más rápida, más saludable etc. 
  1. Una vez hemos decidido unas cuántas opciones es el momento de construir la rueda de las opciones en una cartulina, la cortaremos en forma de círculo y dividiremos el círculo en tantos quesitos como opciones tenemos. Después los niños escribirán o dibujarán sus opciones.  

En ORIENS hemos realizado una rueda en tamaño gigante y la utilizamos en nuestros campus de verano y es una herramienta muy útil para gestionar los conflictos que surgen en el día a día. En este enlace podéis ver su funcionamiento y el modo en que los pequeños interiorizan su funcionamiento Es muy sencillo y os animamos a que la incorporéis en casa como herramienta habitual para gestionar las emociones.