Educar con límites
El tema de los límites en la educación es una discusión habitual y un término muy controvertido. Puede verse desde las prohibiciones propias del modelo educativo autoritario hasta la falta de ellos asociada a modelos permisivos.
En este post queremos arrojar algo de luz en este tema y analizar con detenimiento el concepto de límites.
¿Qué son los límites? Según la RAE: “línea real o imaginaria que separa dos terrenos”. Pero ¿qué entendemos por límites en el ámbito educativo? Línea que separa el terreno en el que nos podemos mover libremente de un entorno seguro y respetuoso con todas las personas.
Podemos distinguir tres tipos de límites:
Límites naturales: por su naturaleza propia o por el desarrollo y capacidades de los sujetos. Por ejemplo, no podemos ir a jugar al parque porque está lloviendo muchísimo y está todo encharcado.
Límites sociales: tienen que ver con las leyes y normas culturales. Por ejemplo, ahora mismo, por la situación ante la que nos encontramos, no podemos jugar en los parques infantiles porque están clausurados.
Límites familiares: tienen que ver con las normas y costumbres propias de cada familia. Por ejemplo, el hecho de caminar descalzos por casa.
¿Cuál es la motivación de los límites?
Motivos de seguridad. No vamos a dejar a los niños jugar con unas tijeras con las que se pueden cortar.
Motivos de salud. Hoy no podemos ir al parque porque estás enfermo, por ejemplo.
Respeto. Tienen que ver con la convivencia y con el espacio personal. Por ejemplo, si un niño quiere jugar con algo que supone una falta de respeto hacia mis pertenencias o hacia una persona, pues no lo vamos a permitir.
Evidentemente, ninguno de estos límites es negociable, aunque debemos usar el sentido común para controlarlo y establecerlos.
Por otro lado, hay muchas normas familiares que son totalmente arbitrarias y que tienen sentido dentro de un núcleo familiar, como pueden ser los horarios, la alimentación o las pautas de higiene.
Llegados a este punto, estamos más o menos de acuerdo en que ciertos límites son necesarios. El debate en este punto se centra en el cómo. Todos conocemos los métodos convencionales. Veamos algunos, que seguro que os suenan.
Por qué no nos gustan estos recursos educativos. Porque no son respetuosos y son punitivos. Y, además, porque tienen consecuencias negativas a medio y largo plazo. Pueden parecer falsamente eficaces a corto plazo, pueden extinguir una conducta y que por eso creamos que funcionan. Pero ¿qué ocurre a largo plazo? Que deterioran las relaciones familiares, porque si en un primer momento son los adultos los que usan estas técnicas, resulta que lo que realmente estamos enseñando es a usar estas técnicas y pronto tendremos adolescentes que nos gritan, nos amenazan, nos ignoran… y esto conlleva a un deterioro de las relaciones familiares. Veamos de manera más concreta cuáles son las consecuencias que se ocultan detrás de cada una de estas estrategias:
Ligado a los límites encontramos el término de consecuencias. Seguro que en este punto muchos estaréis pensando, en “la vida real” hay consecuencias, los niños tendrán que aprenderlas. Estamos de acuerdo, pero lo que no tenemos tan claro es en coincidir en el concepto de consecuencia. ¿Cómo puede ser una consecuencia que hoy no vayamos al parque porque no has recogido los juguetes? ¿Cómo puede ser una consecuencia que no te deje jugar a la consola porque no has hecho los deberes? En estos ejemplos, las consecuencias serían que la próxima vez que vayamos a jugar los juguetes estarán desordenados, en el primer caso, y, en el segundo ejemplo, que en la escuela te puntúen mal o tengas alguna nota negativa. Pensad en el siguiente ejemplo. En vuestro trabajo habéis cometido un fallo, un descuido o habido cualquier tipo de problema con vuestro jefe o con un compañero. ¿Tendría sentido que la consecuencia de ese fallo fuera que no os dejen llevaros vuestro móvil a casa? ¿Qué no podéis ir al cien el sábado? Claramente es un despropósito.
Evidentemente las consecuencias existen y pueden ser de dos tipos:
Naturales: son aquellas que no tiene que ver con la intervención humana y conllevan un aprendizaje natural. Por ejemplo, les hemos recordado que cojan el paraguas porque está lloviendo, pero finalmente han salido y no lo han cogido. Si llueve, se mojarán. Si olvidan el bocadillo en casa, no tendrán comida en el recreo. Podemos dejar cierto margen en las consecuencias naturales para que aprendan por ellos mismos, siempre y cuando su seguridad o la de los demás no esté en riesgo. Por ejemplo, si cruzamos el semáforo en rojo, nos puede atropellar un coche, ¿intervenimos o dejamos que aprendan solos? Está claro que aquí debemos intervenir. Las consecuencias naturales suceden de forma natural, sin intervención del adulto y permiten al niño explorar límites y aprender.
Sociales: son aquellas que tiene que ver con la intervención humana y conllevan un aprendizaje social. Tienen que ver con la sociedad (leyes), con la escuela (normas) y con la familia (acuerdos). En la sociedad y en la escuela parece más o menos claro, pero ¿cómo las establecemos en la familia? En los niños menores de tres años, está claro que es la familia la que las establece e informa a los niños. Cuando ya son más mayores, pueden participar en el establecimiento de las normas y crear acuerdos. Cuando los niños han participado y se han comprometido mediante un acuerdo, se sienten conectados y se sienten miembros de la familia y desarrollan el sentimiento de pertenencia. ¿Significa esto que van a cumplirlas siempre? Por supuesto que no, pero seguro que de forma más efectiva que si son impuestas.
¿Cómo informamos de los límites en niños pequeños? Utilizando estos tres pilares: dando ejemplo, con mensajes cortos, con firmeza y amabilidad. Y, además, podemos utilizar estas herramientas para ayudaros a estos tres objetivos:
¿Cómo informamos de los límites en niños grandes? Utilizando una herramienta muy útil en disciplina positiva: las reuniones familiares. Este tema es muy amplio y dedicaremos un post específico con más información.
A modo de conclusión, os animamos a que reflexionéis en torno a la siguiente pregunta: ¿cuántas veces dices no a los niños? ¿Te atreverías a cambiarlo por un sí puedes
Me ha ayudado mucho en cuanto a trasmitir a mi peque las obligaciones pero en cuanto a las normas de la casa, recoger la mesa, lavar los dientes no encuentro la forma de que ve al consecuencia o a trasmitir que lo tiene que hacer…
Hola María Teresa, en primer lugar gracias por seguirnos. En cuanto a lo que comentas, vemos dos temas: la secuencialidad de las tareas, que para ello te puede ser muy útil las tablas de rutinas (mañana publicaremos un video explicativo) y, por otro, asumir responsabilidades. Depende de la edad se puede afrontar de una manera u otra. Te animamos a que nos sigas en las redes sociales, ya que próximamente organizaremos un curso gratuito de iniciación a la disciplina positiva. Un saludo