Del dicho al Hecho
Para hablar de educación sexual tenemos que comenzar hablando de autoestima, ya que es uno de los pilares para una educación sexual sana. Podríamos decir que la base es el respeto, la coherencia, amabilidad y empatía.
Antes de entrar en materia y ver cómo podemos afrontar cada etapa, os animamos a reflexionar sobre cómo fue la educación sexual que vosotros tuvisteis y cómo creéis que os ha afectado en vuestro desarrollo y en vuestra vida adulto y, para dar un paso más, cómo influye en el modo en que ahora queréis tratar el tema con vuestros hijos e hijas.
Para arrancar, os animamos que cambiéis la mirada, que no hagamos juicios desde la óptica de un adulto y no etiquetemos y hagamos tabús. Por otro lado, diferenciemos sexualidad de sexo y veamos la sexualidad como un concepto más amplio, relacionado también con la capacidad de expresar sentimientos, respetando y siendo respetados. El sexo y la sexualidad no son cuestiones inapropiadas o feas como durante mucho tiempo se ha enseñado a los niños y niñas. Es importante ofrecer una buena educación sexual, ya que si no se realiza puede tener muchas consecuencias en la vida adulta.
Primera infancia
Esta etapa abarca desde el nacimiento hasta los doce años aproximadamente y sí, ya desde el nacimiento se inicia la educación sexual.
En esta etapa, los órganos sexuales aún no están desarrollados, pero puede haber juegos sexuales que forman parte de su curiosidad y su interés por descubrir el mundo.
Los juegos normales durante esta etapa son la observación y la manipulación o tocamientos. Cuando hablamos de observación puede ser la de su propio cuerpo o de otros niños y la del cuerpo de los adultos. En cuanto a la manipulación o tocamientos, los hacen porque les produce placer, un placer diferente al adulto o al de la masturbación, tiene más que ver con un placer afectivo y sensorial. Lo importante es que entendamos que estos juegos son sanos y normales y que no debemos reñirles, prohibirlos o castigarlos. Además, son un modo para que descubran su cuerpo. Pero sí que debemos aprovechar para enseñarles a respetar su cuerpo y el cuerpo de los demás.
En esta etapa, tenemos que hablar también de la reproducción. Para ello, en primer lugar, debemos tener claro que reproducción no es igual a sexo y que debemos dejarlo claro. Evidentemente, por la edad podemos enfocarnos en la conexión, en el cariño para no centrarnos en placer sexual.
Cuando hablemos de reproducción, hay que hacerlo sin tabúes, ni usando onomatopeyas, sino “llamando a las cosas por su nombre”. Podemos usar cuentos para ayudarnos, de hecho, son una magnífico recurso para que conozcan el cuerpo, sus partes, sus nombres… Os compartimos algunos cuentos que pueden ser interesantes y no olvidéis responder a todas sus dudas.
- Mamá puso un huevo. O como nacen los niños
- No le cuentes cuentos
- El libro de los pelos
- ¿De dónde venimos?
Adolescencia
Como ya hemos dicho, el funcionamiento del cuerpo y en este apartado incluimos la menstruación, es algo que ya hemos debido trabajar desde antes, no podemos esperar a la adolescencia para explicarlo. No se trata de que un día lleguemos y les pidamos que se sienten para tener una charla. Se trata de que hemos educado desde la naturalidad y a lo largo de los años, no es una cuestión puntual.
En los inicios de la adolescencia, van a vivir también sus primeras relaciones amorosas, se trata de relaciones más afectivas que sexuales.
Por las características propias de la edad, es probable que sientan vergüenza, o que prefieran estar solos o con su grupo de iguales. Por ello, lo importante es haber generado una relación basada en la confianza y el respeto y que sepan que estamos ahí para cuando nos necesiten.
En esta etapa deberíamos centrarnos en aclararles todas sus dudas en relación con la masturbación (tanto los chicos como las chicas), en dejarles su espacio y respetar su intimidad, no reírnos de ellos o burlarnos, sino mostrarnos respetuosos y no obligarles a dar pasos que no quieren. Pero, sobre todo, explicarles que pueden explorar su sexo todo lo que quieran, pero no el de otra persona sin su consentimiento.
Prevención de abusos sexuales
Cuando hablamos de educación sexual, también tenemos que hablar de prevención de abusos sexuales. En ocasiones confundimos la prevención con el miedo o temor de los padres a que les ocurra algo. Sin embargo, cuanto más sepan sobre sexualidad, mejor podremos prevenir los abusos.
Las líneas generales para prevenir giran en torno a aprender a decir no. Podríamos decir que “el no es no” comienza desde el nacimiento.
La pauta principal es que ellos pueden tocarse a sí mismos pero ningún adulto, nunca jamás, puede tocarles. Cuando decimos ningún adulto, decimos ningún adulto, ni padres, abuelos, tíos… más allá de temas higiénicos por parte de sus padres o cuidadores habituales.
Por otro lado, socialmente está muy extendido lo de “obligar” a los niños a besar, a abrazar… tenemos que ser más respetuosos y no obligar a los niños a que tengan contacto físico si no quieren o no les apetece. Como padres tampoco podemos obligarles, podemos ofrecerles besos o abrazos y respetar si no les apetece. Probablemente nos encontremos con situaciones comprometidas porque puede haber quien se ofenda, pero tiene que prevalecer el respeto a nuestros niños y no caer en chantajes emocionales ni educar en la culpabilidad, haciéndoles ver que alguien va a estar triste si no le damos un beso. Nosotros también tenemos que aprender a ser respetuosos y dejar las necesidades de los adultos a un lado.